martes, 24 de marzo de 2009

El triunfo del FMLN en El Salvador: de la guerra revolucionaria a la victoria democrática

Por Agustín C. Dragonetti
Director del Centro Intercontinental de Investigaciones sobre Terrorismo (CIIST-América)


A 17 años de haberse firmado los Acuerdos de Paz (rubricados en el castillo de Chapultepec, México), que pusieron fin a 12 años de una cruenta guerra civil entre el gobierno salvadoreño y el Frente “Farabundo Martí” para la Liberación Nacional (FMLN), la ex guerrilla ganó las elecciones presidenciales del 15 de marzo pasado.
A pocos minutos de reafirmarse su ajustado triunfo (el 51,27% de los votos frente al 48,73% que alcanzó el partido de derecha ARENA), su candidato, el periodista y ex corresponsal de la cadena estadounidense CNN Mauricio Funes, se mostró ante la opinión pública acompañado por los antiguos cabecillas guerrilleros, vestidos con sus clásicas camisas rojas, símbolo del FMLN.
Luego de casi 20 años de gobiernos de derecha, el candidato de la ex guerrilla marxista-leninista (que nunca fue guerrillero ni militó en partido político alguno) llamó a la unidad nacional de los salvadoreños y deslizó un guiño al gobierno estadounidense: "Deseo una política exterior independiente. Quiero la integración centroamericana y el fortalecimiento de la relación con Estados Unidos", dijo Funes ante la concurrencia y los medios periodísticos internacionales.

El FMLN: de la guerra revolucionaria a las urnas

El Frente “Farabundo Martí” para la Liberación Nacional (FMLN), fundado el 10 de octubre e 1980, es actualmente un partido político de izquierda moderada y la principal fuerza de oposición en El Salvador, surgido como un organismo de coordinación de los grupos guerrilleros que formaron parte de la guerra civil entre 1980 y 1992 (Fuerzas Populares de Liberación "Farabundo Martí" (FPL), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), la Resistencia Nacional (RN) y el Partido Comunista Salvadoreño (PCS). En diciembre del mismo año se sumó el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC)).
El FMLN debe su nombre al líder comunista Agustín Farabundo Martí (ejecutado en la insurrección de 1932), delegado del Socorro Rojo Internacional y uno de los cabecillas del levantamiento campesino e indígena de 1932. La revuelta fue neutralizada por la Guardia Nacional, cuerpo instituido en 1912 durante el gobierno del general Maximiliano Hernández Martínez.
El principio de lo que luego sería el FMLN se remonta al 1 de abril de 1970, cuando Salvador Cayetano Carpio dimitió como Secretario General del Partido Comunista Salvadoreño y junto a otros seis ex integrantes del PCS constituyó las Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí” (FPL). Carpio, quien utilizó el alias de “Comandante Marcial”, tomó de modelo e inspiración para la conformación del FPL el triunfo de la revolución cubana, once años antes.
Dos son los hechos que pondrían fin a todo diálogo pacífico y el comienzo de la guerra civil salvadoreña: el asesinato del arzobispo de San Salvador, monseñor Oscar Arnulfo Romero (ordenado por el mayor Roberto D´aubuissson, fundador del partido ARENA) y el secuestro y posterior asesinato de los seis miembros del Comité Ejecutivo del Frente Democrático Revolucionario (FDR), integrante del FMLN.
El 10 de enero de 1981 la guerrilla del FMLN lanzó la fallida “Ofensiva Final”. El suceso no fue ni final ni fue ofensivo, sino un combinado de asalto militar y revuelta. La acometida fue liderada por el FMLN y sus grupos combatientes, mientras que la insurrección fue organizada por fuerzas populares procedentes de la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM).
La revuelta no sólo pretendía derrocar al gobierno militar que gobernaba El Salvador, sino implantar un gobierno socialista-revolucionario.
La insurrección fue derrotada por las fuerzas armadas salvadoreñas y atribuida a la inexperiencia en cuestiones militares y tácticas de guerra de guerrillas.
Luego de la derrota, el FMLN como organización político-militar saltó a la total clandestinidad y sus estructuras, así como sus líderes, partieron hacia las montañas en distintas zonas del país.
El 26 de agosto de 1981, el FMLN consiguió el anhelo de toda fuerza guerrillera revolucionaria: el reconocimiento como fuerza combatiente. La Declaración Franco-Mexicana de 1981, le otorgó al FMLN el rango de “fuerza política legítima y representativa del pueblo salvadoreño”.
Cuando el FMLN amplió en 1983 la guerra revolucionaria a todo el país y estableció “zonas bajo control” así como “zonas de influencia”, éste demostró ser una fuerza política de gran peso en el país. A estas alturas el conflicto había alcanzado las particularidades de una guerra civil, pero ésta situación no era reconocida ni por el gobierno salvadoreño ni por la administración estadounidense de Ronald Reagan hasta que recibió el reconocimiento internacional.
En diciembre de 1990 el FMLN lanzó lo que más tarde se conocería como su cuarta y postrera embestida militar.
La aceptación de los protocolos de Ginebra por parte del FMLN abrió una nueva etapa de la guerra de guerrillas del FMLN, fruto de la coyuntura del proceso de paz y su reconocimiento como fuerza beligerante.
El proceso que convergió en el fin de la guerra civil salvadoreña fue comenzado por el FMLN con la exposición de su oferta negociadora del fin de las operaciones en septiembre de 1989 en Washington, un mes después de haber lanzado la ofensiva militar. Sin embargo, no fue hasta que se suscribiera el Acuerdo de Ginebra, en abril de 1990, ante el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, que el proceso se volvió inmutable al proyectarse una agenda y calendario del resto de los acuerdos alcanzados entre guerrilla y gobierno.
Un mes más tarde del comienzo de la ofensiva de 1990, el gobierno de Alfredo Cristiani y el FMLN refrendaron el Acuerdo de Nueva York, que sirvió como preludio a los acuerdos de Chapultepec. Las reformas en las Fuerzas Armadas, sistema judicial y electoral y la conformación de la “Comisión de la Verdad” (muy similar a la CONADEP argentina, creada por el gobierno de Raúl Alfonsín para investigar la desaparición de personas durante la última dictadura militar) fueron especificadas en el Acuerdo de México, el 27 de abril de 1991, hasta alcanzar al compromiso terminante de Chapultepec, el 16 de enero de 1992, a partir del cuál comienzan el cese de hostilidades, el desarme y la puesta en práctica de las reformas institucionales convenidas.


Foto: desmovilización de guerrilleros del FMLN en 1992

El conflicto salvadoreño dejó unas 75 mil personas muertas, 6 mil desaparecidas y unas 40 mil lisiadas.
El fin de la guerra se tradujo en la cimentación de un estado de derecho y del principio de una democracia pluripartidista en la que la izquierda fue un participante legal y oficial, primordial para la inclusión del FMLN (al serle concedido por decreto de la Asamblea Legislativa del 1 de septiembre de 1992, su estatus como partido legal) en el sistema político salvadoreño.
Tras su legitimación como partido político en 1992, el FMLN perdió tres elecciones presidenciales entre 1994 y 2004.

Los desafíos del gobierno de Funes

El nuevo presidente salvadoreño deberá enfrentar serios problemas socioeconómicos. Mauricio Funes tendrá que lidiar con el aumento de la violencia pandillera de las llamadas maras (el país vive una ola de violencia que se manifiesta en una tasa de 61 asesinatos por cada 100 mil habitantes, una de las más altas de América Latina y del mundo) y la aguda pobreza que afecta al 35 % de los 5,8 millones de salvadoreños. Cifras oficiales de 2006 indicaban un desempleo de 6,6 %. Según números extraoficiales de organismos de contralor, 43 de cada 100 personas de la población económicamente activa subsisten subempleadas o con actividades menores, como la venta ambulante y los trabajos temporales. Además, a raíz de la crisis económica global, se le suma la disminución de las remesas (principalmente de los emigrados que viven en los Estados Unidos), segunda fuente de ingresos del país.
Funes también tendrá que afrontar los recelos de las fracciones más conservadores de la sociedad, por lo que se verá obligado a buscar anuencias con los partidos de derecha (principalmente la Alianza Republicana Nacionalista), que gozarán de mayoría parlamentaria, ya que el FMLN apenas tiene 35 diputados en un fraccionado Parlamento de 84 escaños.
En un claro mensaje a los mercados, Funes dijo: "Voy a construir el sistema económico social, basado en la existencia de la propiedad privada (...) Yo no tengo que hacer lo que están haciendo presidentes de otros países hermanos. Son circunstancias completamente diferentes", en una tácita alusión a los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Evo Morales, de Bolivia.
Esperemos que el nuevo presidente salvadoreño pueda lograr los cambios necesarios para conducir a El Salvador hacia una senda de paz y progreso sustentable y que no retome los caminos revolucionarios (cabe señalar que Mauricio Funes llevó como compañero de fórmula a Salvador Sánchez Cerén, el único miembro de la Comandancia General del FMLN durante su época guerrillera que se mantiene en el partido), que puedan desequilibrar una región de por sí convulsa y no participe del eje La Paz-Caracas-Quito-Managua-La Habana, que no le reportará nada positivo a su gestión.

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